
Escribo para eso: para mover a este paquidermo cansado. Veremos qué sale. Sobre el tercer encuentro, a Quemar las naves y Mamis por dos. Hablando de Mamis por dos... no puedo dejar comentarios porque algo cambió en el formato y la ignorancia me lo impide; pero un abrazo, Che, que se viene el/la hermanita/o de Tato y eso no es poca cosa.
A lo nuestro: las nenas están divinas salvando unos pocos aspectos: Martina se alimenta de arena que mastica con fruición como si fueran brócolis con salsa blanca pero con ruido a vidrio, papeles que junta en la plaza, palitos, piedras pequeñas, colillas, alguna "tuca" perdida y todo cuanto llega a sus manos inquietas... que no sea lo que el resto de los mortales llamamos comida. Lucía pide que le cantemos repitiendo la última sílaba del estribillo que quiere y bailando acompasadamente, "escribe" en el piso con las piedritas de la plaza, prende y apaga la luz de su cuarto a su antojo, parada en la cuna y se retrasa en la fruta o el postre como queriendo siempre una sobremesa un poco más extendida.
Las dos juntas, y de común acuerdo, vuelcan el bebedero del perro (sólo si está muy lleno) y chapotean en el piso encharcado de panzas y aplaudiendo salpicaduras, llenas de carcajadas; ponen objetos pegajosos en la compactera de la computadora, se corren por toda la casa, una desenchufa y la otra trata de enchufar... En fin, una de las tantas maravillas de tener estos soles es que a las nueve en punto se duermen y que sus sueños son profundos y de doce horas; también duermen un poco de siesta, tiran besos, piden cuentos, corren hacia nosotras con la risa grande y fresca, juegan con otros chicos/as en las plazas. ¡Son maravillosas! Pero, es cierto, aún no salieron lo suficiente al mundo inquisidor. ¿Se moverá este paquidermo cansado?