Reflexiones / Padres del mismo sexo La otra foto familiar Mamá y mamá. Papa y papá. O papá y el novio de papá. O mamá y la novia de mamá. Las familias homoparentales -encabezadas por dos adultos del mismo sexo- tienen origen diverso: métodos de inseminación artificial, adopción legal de uno de los miembros de la pareja o incorporación de los hijos de una anterior pareja heterosexual. Son familias que, en su propia constitución, invitan a repensar el concepto mismo de familia. Y plantean -desde sus necesidades particulares- una puesta al día de la legislación vigente. En el contexto de una sociedad que no las vive como cotidianas plantean, también, una serie de preguntas sobre el desarrollo de esos hijos criados con padres del mismo sexo. Por Gabriela Baby
Escena unoEstamos en la puerta del jardín. Ana Laura va a retirar a sus hijas, mellizas, hijas también de Paola, su pareja. La maestra la separa un segundito aparte y le pregunta: “¿Qué hago con el cuadrito que hacemos en la sala para regalarle a los papás en el día del padre?” Caras de desconcierto y reflexión de ambas. La maestra continúa con un cuestionario basado en cierta desorientación: “¿Lo hacen o no lo hacen tus nenas? ¿Lo hacen para otra persona? ¿A vos qué te parece?” La charla se pone interesante. La maestra se arriesga hacia nuevos horizontes con más preguntas: “¿Y con las remeras que teñimos para el día de la madre?, ¿Cada nena hace dos o hacemos una para cada una de ustedes de parte de cada una de ellas?” Ana Laura, la mamá, pone calma a tanta incertidumbre: “Mirá, lo voy a consultar con Paola, porque también todo esto es nuevo para nosotras, pero en principio mi idea es que las nenas hagan lo que hacen sus compañeros, luego veremos qué lugar le damos a cada cuadrito. Y con respecto a las remeras del día de la madre, no te vuelvas loca: quizá cada remera puede tener trabajo de las dos nenas. No te preocupes, ya lo vamos a pensar”. Este “ya lo vamos a pensar” marca algo del estilo con el que se va haciendo el camino de las familias homoparentales: un derrotero que se construye día a día, en el contexto de una sociedad que aún no termina de vivir como experiencia cotidiana la presencia de una familia con padres del mismo sexo.PreludioLa historia de estas dos mamás empezó con el deseo de Ana Laura y Paola -una pareja de mujeres lesbianas- de ser madres. Luego de la cuarta inseminación artificial, Paola quedó embarazada y llevó en su vientre a esas mellizas que hoy van y vienen del jardín de infantes. Y pintan cuadritos. Como todos los chicos. “Nosotras criamos a las chicas en la verdad. La idea es no esconder nada. Jamás. Ellas saben que tienen dos mamás. Y no las criamos desde la falta -es decir, no ponemos el acento en la falta de un papá- sino que hacemos hincapié en lo que tienen: mamás, abuelos, tíos y hermanos de una adopción anterior a mi relación con Paola”, enumera Ana Laura, madre de inmensa vocación. Y agrega: “Sólo tenemos que tener cuidado y esconder la situación en el laburo de cada una, porque hay prejuicios y no queremos pasarla mal”.Pasarla mal implica desde discriminación de compañeros de trabajo, hasta temor a un despido. Pero éstos son temas del mundo de los adultos. En el íntimo y gran mundo familiar aparecen otros temas.“Algo que empezó a pasarnos con la llegada de las nenas y que pensamos juntas es el uso de la palabra mamá -introduce Ana Laura- Porque para ellas llamarnos a las dos ‘mamá’ es no diferenciar a una de otra: nos iguala, y un poco empasta la situación. Entonces yo empecé a ser Malén”. Dice que pensó en este nombre a partir de lo que una de las nenas comenzó a pronunciar al llamarla. “Y a mí me dicen mamá”, cuenta Paola y agrega: “Esta diferencia en el nombrar, un poco la fuimos armando nosotras, proponiéndoselo a ellas, y un poco lo fueron armando ellas cuando empezaron a balbucear sus primeras palabras. También, desde una cuestión práctica es necesario: porque cuando dicen ‘mamá’, ¿a quién llaman? Además, convengamos que tener una madre ya es una bastante... ¡Imaginate tener dos! ¡Pobres chicas!”, ironiza.
Escena dosEn la casa, la chimenea sirve de testigo a risas y palabras, y el café da más calor de hogar a la charla. Aparece un perro con collar de pantalla: ha sido operado. Las mujeres lo acarician.Ana Laura invita con más café, una contundente pregunta y su respuesta: “En realidad, pensemos, ¿qué es una familia? Una familia es el núcleo de la gente que te rodea, te contiene, te cuida y te escucha. No importan los lazos sanguíneos, sino no existiría la adopción. Antes de que nacieran las nenas, nosotras dos, mis dos hijos anteriores -que adopté hace más de quince años y que hoy tienen 28 y 29 años- más este perro que parece una lámpara ya formábamos una familia. ¿Y qué lazos de sangre nos unen?”, se pregunta Ana Laura. Su pareja agrega datos, repiensa la constitución de diversas relaciones de amor en las que aparecen abuelos, tíos, amigos y amigas. Pero ahora la escena vuelve al jardín de infantes, es decir, al primer lugar donde esta familia se pone en contacto con una institución. “En el jardín está todo bien porque tiene una conducción de mente abierta. Los directivos nos dijeron que para ellos esta situación era nueva y nos propusieron ir construyendo juntos la experiencia. Entonces, llenamos los papeles de inscripción: donde decía ‘padre’ tachamos y pusimos ‘madre’ y avanzamos con la adaptación”, dice Paola.Sin embargo, hacia el afuera “estatal” no todo marcha tan bien. Porque un día el jardín tuvo que presentar planillas a la supervisión del distrito. Y ahí la ley impuso su letra fría. “Cuando consultaron con la supervisora del Distrito y del Ministerio dijeron que la madre legal es la madre gestante. La otra no tiene ningún vínculo reconocido con las nenas”, explica con cierto dolor Ana Laura y se explaya en una serie de ejemplos en los que ella queda afuera de decisiones importantes para la vida de sus hijas. “Si las nenas tienen que salir de excursión, la autorización la puede firmar solamente Paola, y lo mismo ocurre con temas legales como sacarlas del país o autorizar una operación quirúrgica. Paola me tuvo que autorizar a mí a retirar a mis hijas del jardín, como autorizó a las abuelas o a los hermanos. Y esto, parece un detalle, pero fue doloroso. Fue el primer dolor”, reconoce Ana Laura.
Función materna, Edipo... ¿quién es quién?Otro de los temas sobre los que reflexionan estas madres es el trillado asunto de las funciones. Porque en nuestra cultura -más allá de que el siglo XXI haya trastocado la fijeza de ciertos roles- aún hoy el imaginario proyecta algo así como “el rol paterno” y deja ciertas funciones o tareas preferentemente a las madres. ¿Cómo se reparten roles y funciones cuando hay dos mamás? ¿Y en el caso de las familias constituidas por dos padres varones?Eva Rotenberg, psicoanalista y coordinadora de la Escuela para padres, un espacio para compartir temas de crianza, responde: “Las nuevas corrientes psicoanalíticas ya no hablan de función materna o paterna, sino de función de rêverie. Este concepto incluye el sostén emocional, la posibilidad de aliviar ansiedades, dar contención, afecto y calmar miedos que antes era atribuido a la función materna. Mientras que la función paterna estaba asimilada a la función de corte: se suponía que el varón tenía que poder hacerle sentir a la mujer que el hijo no era algo propio, sino un sujeto libre que debían criar”, explica Rotenberg, que además es co-compiladora del libro Homoparentalidades. Nuevas familias (Lugar Editorial).“Lo que la teoría y la clínica describen actualmente es que estas funciones en las parejas homosexuales -y también en las heterosexuales- van siendo asumidas por un miembro o por otro. Y que además pueden ser intercambiables”, asegura Rotenberg. Dicho en otras palabras: dar amor, contención, y sostén emocional no depende del género ni de la orientación sexual de quien lo ejerza.Y las mamás entrevistadas lo viven así. “En nuestra experiencia de madres, hay ciertos roles que se dan naturalmente -dice Ana Laura- Yo tengo un carácter fuerte, con lo cual muchas veces pongo el límite. O hago ciertos cortes. A mí naturalmente me sale esta parte”.Como en todo núcleo familiar, no hay roles inamovibles: las decisiones se conversan, se cambia a veces el rumbo, la actitud, y todo se vuelve a mirar. Y en este andar, los vínculos, como las personas, van creciendo. “Cada una tiene su relación particular con cada nena –agrega Paola-. No nos celamos ni nos superponemos. Del mismo modo, cada uno tiene su vínculo en la familia: desde los hermanos más grandes, que adoran a las nenas, hasta el perro”.
¿Y la figura masculina?Desde la experiencia de haber escuchado padres y madres de diversas constelaciones familiares, Eva Rotenberg responde: “Lo que yo he visto en muchas parejas de madres lesbianas es que ponen un hombre cerca de la familia: un tío, un amigo. Lo mismo ocurre cuando se trata de una pareja de varones homosexuales, hay una mujer cerca: una tía o, muchas veces, la empleada doméstica”. Desde el prejuicio o desde la ignorancia también se podría pensar que en una familia homoparental se crían chicos homosexuales. Para la psicóloga esta idea no tiene ningún asidero, ni desde lo teórico, ni desde lo estadístico. “La encrucijada del deseo, de la determinación sexual, no es lineal y no se termina en la primera infancia. Tiene que ver con identificaciones, con vivencias, con vínculos. Por eso, de parejas heterosexuales nacen hijos que luego eligen ser homosexuales y de parejas homosexuales crecen hijos heterosexuales. No hay predeterminación desde la sexualidad de los padres en la orientación sexual que tengan los hijos”, asegura.Lo importante, según la psicóloga y también el intuitivo y sabio sentido común, es criar a los niños en un ambiente saludable. “Si la familia ejerce esta función de rêverie, los chicos se criarán en un ambiente sano. Y crecerán sanos. En todas las familias esto se juega de la misma manera.”
Ser dos padresLa CHA (Comunidad Homosexual Argentina) es una ONG con más de veinte años de trabajo, que lucha por los derechos de la comunidad GLTTBI (gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales e intersexuales). La Lic. Paván, coordinadora del área de salud, define las conformaciones posibles de una familia homoparental: “una familia homoparental puede estar formada por una pareja gay o lesbiana e hijos de experiencias conyugales anteriores. También hay familias homoparentales en las que los hijos son adoptados y otras familias en las que los hijos nacen mediante técnicas medicalizadas. Esta modalidad es más común en las parejas de mujeres”.Aunque no hay estadísticas oficiales al respecto, el caso de las parejas de hombres homosexuales que constituyen familias homoparentales parecería darse con menos frecuencia -o de manera menos visible- que el de mujeres lesbianas que realizan su maternidad. ¿Será que el mandato social dado a las mujeres de ser madre sigue funcionando aun cuando estas mujeres formen parejas no tradicionales? ¿Será que la experiencia de gestar es muy tentadora para el cuerpo femenino? Paván responde: “No creo que el deseo de maternidad sea más frecuente que el deseo de paternidad. Lo que es cierto, sobre todo en lo referido a la inseminación, es que las parejas de hombres necesitan un vientre para gestar el embarazo y en este país está prohibido el alquiler de vientres, por lo tanto, tienen más limitaciones. Pero en la CHA tenemos las mismas consultas para presentar carpetas de adopción de parejas de mujeres como de hombres”.
Ante la ley“Así como era injusto que en una pareja homosexual uno no pudiera visitar al otro en una terapia intensiva sólo porque la ley no reconocía ese vínculo -hasta que se promulgó la ley de Unión Civil- también es injusto que la mamá lesbiana o uno de los papás de una pareja gay no pueda sacar a sus chicos del país o del colegio porque la ley no reconoce el vínculo familiar”, dice la legisladora por la Ciudad de Buenos Aires, Diana Maffia.La realidad cotidiana, el barrio donde se crían los hijos de parejas lesbianas o de varones gays y las escuelas a las que llegan estos chicos, van aceptando con más o menos naturalidad la concepción de la familia homoparental. La ley, no. Maffía comenta: “La sociedad cambia más rápido de lo que la ley está dispuesta a aceptar. Hay muchísimas parejas no convencionales, -lesbianas, gays, travestis- que tienen y crían niños. El problema es que no tienen protección legal. ¿Qué protección legal le damos a esos chicos para que tengan derecho a sus padres y a sus madres?, ¿Cómo garantizamos sus derechos? Que el vínculo se pierda en ciertas situaciones por un vacío legal es totalmente injusto. Necesitamos leyes que acompañen los cambios sociales. Porque las leyes actuales ya no se corresponden con la moral media de la sociedad”, afirma la legisladora.
Para seguir pensandoHomoparentalidades. Nuevas familias, Rotenberg, Eva / Agrest Wainer, Beatriz (compiladoras). Lugar Editorial. Buenos Aires, 2007.
www.escuelaparapadres.netwww.homoparentalidad.com www.cha.org.ar