Mundo raro, Mi Amor, ¿viste? no hay que dar bola, no respondas, son sordos y no saben leer. Mucho nos
costó armar esta familia, a fuerza de amor y de verdad. No respondas Amor, no te canses en eso.

Y debe ser así: mientras una par de posibles fundamentalistas intentan vanamente acallar las voces que proclamamos un mundo más grande, que tenga lugar para todos y todas; sin distinción de etnias, credos, falta de ellos, elecciones sexuales, de género, clase, etc. Mientras el fundamentalismo enciende su alerta de peligro, nuestras voces se agigantan y dejan ese susurro tranquilo y certero para tomar el grito, siempre que haga falta. No parece cierto en el devenir histórico en el que escribo, pero lo es, y entonces debo decirlo.
Mi voz, sin embargo, no está destinada al debate porque los fundamentalismos carecen de las posibilidades de escuchar y de pensar, tan inherentes al intercambio.
Mi voz sólo va en el sentido de la responsabilidad ciudadana común y, tal vez por ello, restringe la vorágine teórica y les cuenta que nuestras hijas se resfriaron, que tienen mocos, que quieren cuentos y más cuentos a upa de cualquiera de sus dos mamás, que se ríen a carcajadas con cada estornudo como si la que llevó a cabo esa acción involuntaria hubiera decidido una payasada para hacer reír a la otra; que adoran las hamacas y a los perros, a los otros niños y a toda su familia. Van creciendo hermosas y amadas, respetadas y seguras ¡Qué sé yo! Tendrán sus problemas, seguramente, y habrá quienes piensen que son porque tienen dos mamás, pero lo cierto es que hasta ahora, que sólo dan satisfacciones, también hay quienes dicen que es porque tienen dos mamás... mientras tanto, la vida... es señal que cabalgamos.